martes, 5 de octubre de 2010

EL PERDON...

Un joven empleado cometió una grave falta profesional. Citado a la oficina del director, esperaba ser despedido inmediatamente e incluso quizás ser llevado ante los tribunales.

Su jefe le preguntó si reconocía su culpa y el joven, entristecido, contestó afirmativamente. En estas condiciones, prosiguió el director, no lo perseguiré judicialmente y yo mismo compensaré el perjuicio que usted causó. Confundido, el empleado permaneció silencioso, y cuando se disponía a salir, el jefe agregó: –En esta empresa usted es la segunda persona que ha cometido una falta grave y luego ha sido perdonada. La primera fui yo. Lo que usted hizo también lo hice yo, pues también fui beneficiario de la indulgencia que se le otorga. Soy cristiano.

 Esta historia muestra cómo un creyente puede poner en práctica las enseñanzas del Señor Jesús, no para confiar en todo el mundo, sino para perdonar a quien reconoce sus faltas. Cuando uno es verdaderamente consciente de la deuda que Dios nos perdonó a través de Jesús, da testimonio con mayor facilidad y desea profundamente la reconciliación. El perdón crea una nueva relación entre el ofensor y el ofendido.

Que Dios nos ayude a ser cada vez más conscientes del estado en que su amor nos halló para que seamos capaces de perdonar cómo él lo desea.

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