lunes, 8 de noviembre de 2010

EL DESCUBRIMIENTO...


       El eminente médico inglés J.Y. Simpson (1811-1870) había empezado su carrera en muy modestas condiciones y había llegado a ser un célebre científico. Descubrió el cloroformo como medio de anestesia y desarrolló varios instrumentos quirúrgicos.

       Cierta vez se le preguntó cuál era su mayor descubrimiento. Sus oyentes esperaban que mencionara uno de sus progresos en el campo de la medicina, pero se extrañaron al obtener la siguiente respuesta: –Mi más grande descubrimiento fue darme cuenta de que soy un gran pecador y que Jesucristo es un gran Salvador.

       Este descubrimiento está al alcance de todos, cualquiera que sea su posición social o nivel educativo. Todavía hoy usted también puede hacer este descubrimiento. ¿Cómo? Al aceptar lo que Dios dice y reconocer sinceramente que es culpable ante él. Entonces, con plena confianza podrá mirar al Señor Jesucristo como su Sustituto, quien llevó el castigo de seres perdidos y murió por ellos.

       La respuesta del científico del siglo XIX también debiera llamar la atención de los cristianos actuales. Deben considerar que él no se avergonzaba del Evangelio y aprovechaba las ocasiones que el Señor ponía ante él para hablar de su fe. Los creyentes son llamados a ser testigos de su Salvador, quien dio su vida por ellos.

      “No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree
(Romanos 1:16).

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